jueves, 5 de octubre de 2017

PR Disaster

Los expertos en propaganda política hace ya mucho tiempo que comprobaron que los mensajes positivos son mucho más efectivos sobre la población a la que se quiere influir, que los negativos.

Los americanos, durante la Guerra Fría, lo comprobaron muy pronto: las operaciones de generación de opinión contraria al régimen soviético que ponían el foco en las maldades intrínsecas del régimen de Moscú caían en saco roto entre la población local, que, en un instinto reflejo, se aglutinaba aún más en la defensa patriota frente a los ataques externos.   

En cambio, cualquier película de Hollywood que reflejaba el modo de vida y los valores occidentales generaba mucha más desconexión en la población soviética entre la realidad que constituía su día a día en una dictadura comunista y sus aspiraciones. Se podría decir que Spielberg y Lucas tuvieron más que ver que Ronald Reagan en la Caída del Muro de Berlín.

Pues bien, todo esto me sirve de introducción para lo que quería reflexionar aquí: el movimiento soberanista catalán ha sido combatido hasta ahora de muchas maneras por parte del gobierno español; por la vía judicial (principalmente) a través de la política (menos de lo deseable) y mediante las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado (con los resultados chapuceros a la vista de todo el mundo del pasado domingo).

Pero hasta ahora no hemos visto ni un solo intento de utilizar mensajes positivos para tratar de apelar a los sentimientos de esa mayoría de millones de catalanes silenciosos que todo apunta a que no aprueban lo que está sucediendo en su tierra estos días pero que, como los rusos pre-perestroika, tampoco entienden que desde el resto de España se les insulte a diario.

Este es el video que difundió el PP tres días antes del referéndum, despotricando contra algunos representantes de las instituciones catalanas:



¿En serio es tan difícil para el recio orgullo castellano apelar a los sentimientos y lanzar un mensaje de acercamiento en positivo, en estos momentos tan terribles?

¿No sería mucho más eficaz poner el foco en lo que nos une, y no en lo que nos separa, y en lugar de ese video chapucero, establecer desde el Gobierno una campaña de comunicación que contara con catalanes de pro (Serrat, Francino, Pau Gasol, etc.) que apelaran a todos los estrechos lazos que nos unen?    

No es que esté inventando la rueda proponiendo esto. David Cameron, que tampoco es que fuera un lince político, como se vio después con el Brexit, ya tuvo el suficiente sentido común como para afrontar el referéndum de independencia escocés apelando a lo que unía a ingleses y escoceses, antes que denostando a estos últimos:



PR disaster

Y es que en definitiva, lo que más está poniendo de manifiesto esta crisis con respecto al Gobierno español, aparte de sus errores policiales y de cálculo político, es su absoluta incapacidad para gestionar la comunicación del conflicto. En ese sentido, la Generalitat de Puigdemont (periodista de profesión) lo está sabiendo gestionar mucho mejor.


Llevo en esto los suficientes años como para conocer las limitaciones de la comunicación, soy escéptico con tanto gurú del PR que vende humo empaquetado, pero lo cierto es que, viendo estos días la forma en que está gestionando el Gobierno esta crisis, se hace evidente que ahora mismo en Moncloa, por encima de juristas y expertos policiales, lo que más se echa en falta es un Dircom 

miércoles, 12 de julio de 2017

Everything is awesome in LEGO's branded content strategy


I recently took my kids to watch The LEGO Batman Movie. The film, centered around DC Comic’s renowned Batman character,  is a spin-off from The LEGO Movie, released in 2014. Both of them are directed by Chris McKay and produced by Warner Bros. Pictures and Danish toymaker LEGO.

The film is, in my opinion, an exercise of overflowing imagination, destined to fascinate adults, adolescents and young children alike; we thoroughly enjoyed it.





By my aim with this post is not to become a movie critic. Rather, to note that perhaps both The LEGO Batman and The LEGO Movie are the greatest exercises of branded content ever made. Because both films are basically two long LEGO ads. Instead of placing a product "accidentally" in the scenes of a film, as so many brands do, in these films LEGO directly chooses to take the product placement to a new dimension by becoming the undisputed protagonist of them.





I would specially highlight how revolutionary was The LEGO Movie, which, under its catchy “Everything is awesome” message, hid a really ambitious and fresh approach to the movie.  





Instead of making a conventional product, aimed at its target audience, children, with a simple and politically correct story about universally shared values ​​and which highlights how good LEGO toys are, the toymaker embarks on a very  clever and really risky script, because it embraces revolutionary and counter-cultural concepts, and even attacks the capitalist economy.


No, I'm not exaggerating. Conservative news outlets harshly criticized the movie for its biased leftist and anti-business messages (in fact the bad guy is called President Business).

-‘So, wait a second, are you saying that a film by a multinational company with a clearly marketing objective is spreading one of the most radical allegations against the current political and economic system?’

Well yes, and it does not seem to be giving them a bad result. Both movies have been absolute hits at the box office around the world, and the company has become in the past couple years the biggest toy maker in the world. Not bad for a company that 10 years ago was on the brink of disappearance. It comes as no surprise to me that LEGO recently replaced Ferrari as Brand Finance’s “world’s most powerful brand

"Story comes first"

Perhaps part of the success lies in the fact that people at the helm at LEGO commissioned not an advertisement product, but a real movie, the best they were able to do, without any hindrance of any type, with the goal of connecting with the emotions and feelings of millions of children (and their parents) around the world. Further proof that good content is king.

The origin of the name LEGO comes from the first two letters of each word of the expression in Danish leg godt, which means "play well".
Based on recent perfomance, that seems like an understatement. LEGO is playing awesome the marketing game.

domingo, 8 de enero de 2017

Inmigración: you ain't seen nothing yet

Dos son, en mi opinión, los momentos trascendentales en el proceso de construcción europeo que llevamos vividos en este siglo XXI.

En el plano económico, creo que no puede haber muchas dudas que uno de ellos sea  el famoso "whatever it takes" de Mario Draghi en verano de 2012, cuando, con esas simples palabras, el banquero central italiano consiguió marcar un punto de inflexión en la crisis soberana europea que llevaba convulsionando durante años las economías del continente...



Sobre el otro quizá haya menos acuerdo...yo propongo la decisión de la canciller Angela Merkel de abrir las puertas de su país a una avalancha de refugiados en plena crisis migratoria del verano de 2015, enarbolando la willkommenskulture, una medida, en mi opinión, de un calado enorme cuya importancia histórica se irá amplificando con el paso del tiempo.




Sí, es cierto, desde entonces Merkel ha tenido que rectificar, y Alemania ya no acoge con los brazos abiertos a los inmigrantes, de hecho ahora en la estela del reciente atentado de Berlín, la Canciller ha endurecido su discurso y sus políticas para hacer frente a las críticas tanto desde la extrema derecha como desde sus propias filas en la CDU.

Pero eso no empaña el hecho de que, en los últimos 18 meses, la sociedad alemana ha acogido en su seno cerca de un millón y medio de inmigrantes, y el Estado y las instituciones de aquel país están haciendo un esfuerzo muy grande por integrarles y por darles unas condiciones de vida dignas, mientras que en el resto de Europa se ha mirado para otro lado o se ha acogido unos pocos cientos de refugiados en el mejor de los casos.

Y eso ha sido posible por el liderazgo y la determinación de esta mujer, que como decía Emmanuel Macron recientemente, "salvó la dignidad de Europa", un elogio doblemente valioso viniendo de un político francés. No es extraño pues, que tras el Brexit, Trump, y con una Francia débil, a Merkel se le haya endosado el liderazgo moral del mundo libre occidental.

Frente a las amenazas del proteccionismo y el nacionalismo, pocos como ella son capaces de defender hoy día sociedades abiertas e inclusivas, democracia, libre mercado, y un proyecto común europeo.

Por eso nos jugamos tanto todos en las elecciones del próximo otoño en Alemania, y precisamente sus aspiraciones para ser reelegida para un cuarto mandato se ven debilitadas por esa política de acogida que la Canciller ha defendido estoicamente todo este tiempo. Lo cual es increíblemente relevante teniendo en cuenta que el fenómeno de la inmigración no va a desaparecer ni en los próximos meses, ni mucho menos en los próximos años.

Lo cual me lleva, tras todo este largo preámbulo, a la segunda de mis predicciones para el futuro próximo de Europa en este inicio de año:

Predicción #2: La inmigración desde África y Oriente Próximo a Europa, que en los últimos años ha protagonizado grandes oleadas migratorias producto de la guerra en Siria y la crisis de los refugiados, no sólo no remitirá, sino que aumentará en las próximas décadas de forma creciente hasta convertirse en un torrente imparable.

La explosión demográfica que están viviendo algunos de los países menos desarrollados, especialmente en el África subsahariana, está pasando inexplicablemente desapercibida a nuestra atención.

Según las predicciones de la ONU, una decena de naciones africanas multiplicarán por cinco o más su población durante este siglo. Nigeria pasará de 182 millones de habitantes, a 752, y se convertirá en el tercer país más poblado del planeta. Níger verá multiplicada por 10 su población, de 20 millones a 209.

Ahora bien, ¿están las economías de estos países preparadas para absorber un crecimiento exponencial de su fuerza laboral? La respuesta es claramente no. Hoy día se incorporan al mercado laboral de esos países subdesarrollados 1.1 millones nuevos trabajadores... cada mes! Y para 2030 está previsto que aumente a 1.7 millones al mes nuevos jóvenes en edad de trabajar en esos países.

Para hacerse una idea, China ha añadido 1 millón de nuevos trabajadores al mes durante los últimos 30 años en que ha funcionado como una locomotora industrial, es decir que estos países subdesarrollados, los más pobres del planeta, van a tener que crear empleos durante las próximas décadas a una tasa casi el doble de rápida que China experimentó durante uno de los más extraordinarios episodios de crecimiento económico nunca registrados. Sencillamente, imposible.

Si a ello le sumamos los efectos que el cambio climático va a ir generando en décadas venideras en las condiciones de vida y las economías de algunos de estos países, que están precisamente en zonas especialmente vulnerables, podemos vaticinar con un alto grado de probabilidades que los jóvenes de estos países van a comenzar a formar una marea humana incontenible hacia aquellas regiones donde existan más posibilidades de obtener sustento económico.

Eso sí que va a ser una crisis migratoria, y no lo que hemos experimentado estos años. No hace falta recalcar las consecuencias que un fenómeno así puede tener para la estabilidad de las sociedades occidentales.

Y ante esta bomba de relojería mundial, ¿qué hacer?

Descartados el pánico, o meter la cabeza en la arena para ignorar la amenaza, creo que hay dos aproximaciones para tratar con esta situación.

La primera tiene que ver con lo que comentaba de Angela Merkel y su cultura de bienvenida al extranjero. Porque se da la tremenda paradoja que esas mismas predicciones de la ONU vaticinan un auténtico colapso demográfico en Europa durante el resto del siglo XXI, con un descenso estimado de casi 100 millones de personas. España está previsto que pierda ocho millones de habitantes, y se quedaría al final del siglo en 38 millones.

De forma que, como dice Guillermo de la Dehesa, es bastante posible que dentro de unas décadas"nuestros nietos y bisnietos convivan en España con una población en la que más de un tercio serán extranjeros, en su mayoría africanos".

Ante esta situación podemos abrazar la cultura del miedo al otro y envolvernos en el populismo de "europa para los europeos", indignarnos mucho con cada atentado terrorista y construir un muro infranqueable para tratar de poner puertas al campo. O podemos asumir sacar lo mejor de nosotros mismos y empezar a pensar en mecanismos lo menos traumáticos posibles para integrar a estos migrantes en nuestras sociedades, no solo para estar en el lado correcto de la historia, como estuvo Merkel hace dos veranos, sino para ayudarnos a nosotros mismos en el largo plazo.

Porque los efectos de un descenso demográfico y de un envejecimiento poblacional tan dramáticos como los que va a vivir, está viviendo, Europa durante las próximas décadas, van a ser tremendos en el plano económico. Y la mejor forma de revertir esta situación es incorporando nuevos colectivos de población en edad de trabajar.

La segunda aproximación tiene que ver no tanto en cómo integrar a todas estas personas que van a venir en busca de un futuro, sino en mejorar las condiciones económicas de esos países de origen, para que la pulsión por dejarlo todo y emigrar por parte de estas personas sea menor.

Y aquí no se trata de apelar a la buena conciencia de las sociedades desarrolladas mediante la ayuda al tercer mundo. Se trata de utilizar de una forma más eficiente las vastísimas cantidades que se mueven en los mercados financieros.

Hoy en día, billones de dólares y euros de cientos de miles de ahorradores occidentales se mueven en los mercados en busca de una rentabilidad que se ha evaporado en buena parte en estos tiempos de tipos de interés negativos. Empresas, entidades financieras, fondos de inversión y pensiones, temerosos de invertir en activos considerados de mayor riesgo, mantienen sus enormes cantidades de dinero aparcadas en activos seguros pero por el que no obtienen rentabilidad, y así avanzamos poco a poco hacia el estancamiento secular y el desplome de la productividad.

La alternativa sería canalizar parte de ese ahorro hacia inversiones productivas de países emergentes y menos desarrollados, lo cual impulsaría enormemente el crecimiento de sus economías y las del planeta en su conjunto, al tiempo que elevaría la rentabilidad de los ahorros en el envejecido mundo desarrollado. Incentivar la inversión en capital en esos países menos desarrollados, en lugar de inversión en deuda, como hasta ahora, sería sin duda un primer paso muy razonable.



Soy plenamente consciente que todo esto puede sonar muy naif en estos tiempos que corren de nacionalismo y proteccionismo rampantes. Pero la realidad es que estos son los hechos.

No es una cuestión de opiniones ni de tomar partido por un bando u otro, la imparable transformación de nuestras sociedades como consecuencia de los cambios poblacionales que vamos a experimentar en las próximas décadas es un tema que, al igual que ocurre con otros desafíos como el cambio climático o la insostenibilidad del mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones públicas en el largo plazo, no es una cuestión cuya aproximación a la hora de tomar partido venga definida por la dicotomía izquierda-derecha, por la clase social, o por la distancia entre el centro y la periferia. Simplemente es cuestión de estar o no informado.
Feliz año!