Con motivo de esta última ampliación del mayor bloque económico del planeta, Eurostat ha sacado esta mañana un especial en el que pasa revista a las principales cifras del país cuna de Drazen Petrovic y Dino Radja.
Los cuatro millones de croatas unen así sus destinos a los 502 millones del resto de integrantes de la UE. Para Croacia, con un pib per capita de 14.000 dólares (22.000 en España) y una tasa de paro cercana al 20%, su incorporación a la Unión Europea supone algunas ventajas, como el acceso a 11.000 millones de euros en fondos de cohesión que ya están especialmente designados para el país balcánico, la oportunidad de atraer inversión extranjera (solo 624 millones el año pasado, frente a 20.000 millones en España) o la mayor facilidad de acceso al país para los turistas europeos.
Pero tiene también sus inconvenientes. Por ejemplo, una parte considerable de las exportaciones croatas se dirigen a otras ex repúblicas yugoslavas como Serbia o Montenegro, que ahora verán cómo se instalan barreras arancelarias, hasta ahora inexistentes, entre los miembros de fuera y de dentro del bloque económico. Los croatas también miran con recelo la situación de Eslovenia, antiguo alumno modelo en el terreno económico, y que actualmente intenta esquivar la suerte de Chipre.
Sea como fuere, lo cierto es que este fin de semana, por una vez y sin que sirva de precedente, Barroso, Van Rompuy y su troupe tendrán por fin un motivo real para celebrar.