martes, 25 de septiembre de 2012

Kiva

Internet está revolucionando por completo la forma en que afrontamos una gran mayoría de aspectos de nuestra vida. Y ello no tiene por qué ser necesariamente negativo. En los últimos tiempos están surgiendo iniciativas que, precisamente, utilizan el potencial expansivo e ilimitado de la red para ofrecer servicios hasta hace poco inimaginables. Luis Garicano llamaba la atención hace poco sobre Coursera, una maravillosa iniciativa que ha conseguido poner de acuerdo a las más prestigiosas universidades de EEUU para ofrecer cursos online sobre una gran variedad de materias, desde macroeconomía hasta física cuántica, dirigidos por eminencias mundiales del ramo, y lo mejor de todo, gratis.

En la misma línea, buceando por la red he encontrado algo que puede suponer una auténtica revolución en el mundo de las instituciones benéficas: Kiva. ¿cansado de donar un dinero a una ONG que luego realmente no sabe si ha servido para ayudar a personas necesitadas? Esta organización sin ánimo de lucro ha ideado un sistema diferente para ayudar a personas con pocos ingresos de países del tercer mundo: imitando el modelo de Kickstarter, usted se convierte en un banco, y en vez de hacer una donación, realiza un préstamo (por una cantidad a partir de 25 dólares) a alguien que presente un proyecto que usted considera interesante. Y cuando vence el plazo estipulado, usted recupera su inversión, que puede ingresar o volver a utilizar en otro préstamo. 

Por ejemplo, veamos el caso de Zenaida, una peruana de Cuzco que gana dinero vendiendo fruta por la calles. Necesita un crédito de 775 dólares para comprar un carro que transporte la fruta, proteja su mercancía del sol y le permita albergar en cajas las frutas. Ella trabaja muy duro todos los días para obtener dinero con que pagar la educación de su único hijo. Ha pedido ya dos pequeños créditos en el pasado que le han permitido poner en marcha su negocio, y los dos los ha pagado religiosamente. 

Está también Aneela, una pakistaní de 20 años casada y con una hija, cuyo marido trabaja de guardia de seguridad y percibe unos ingresos tan bajos que no permiten más que malvivir a la familia. Por eso, hace dos años Aneela se armó de valor y abrió... un salón de belleza! y ahora solicita 1.875 dólares para comprar material: lápiz de labios, cremas faciales, sillas para los clientes...  

Tanto Zenaida como Aneela han contactado con una empresa de microcrédito local (Kiva tiene alianzas con  218 en 63 países de todo el planeta) que es la que estudia la petición y decide en su caso adelantarle el dinero. La empresa de microcrédito contacta entonces con Kiva, que si acepta el expediente lo cuelga en su página y abre la posibilidad de que los prestamistas comiencen a prestar dinero. Según los registros que monitorizan todos los créditos, Zenaida ya ha obtenido préstamos por un 30% del montante total, mientras que Aneela va más retrasada y sólo ha conseguido un 5%. Una vez completado el total del crédito, Kiva devuelve el dinero a la empresa de microcrédito (que obtiene un beneficio en la operación). 

Por su parte, cuando el prestatario consigue recuperar los fondos suficientes para la devolución del crédito (lo que sucede en el 98,9% de los casos según las estadísticas de Kiva) el dinero se devuelve a los prestamistas, que pueden optar por recuperarlo o por destinarlo a otra inversión (el 70% decide reinvertirlo en otro proyecto).

Premal Shah es el nombre del gurú de internet que está detrás de este proyecto, y pertenece a la denominada Paypal Mafia, un grupo de jóvenes emprendedores de Sillicon Valley que se formaron juntos hace más de una década en la empresa de pago online, y que después han ido fundando algunas compañías de internet ligeramente exitosas como Youtube o Linkedin, y a los que algunos consideran como los auténticos inspiradores del fenómeno 2.0 

Actualmente, Kiva consigue financiación de un millón y medio de dólares a la semana, que permiten construir los sueños de 850.000 pequeños emprendedores del tercer mundo. El siguiente paso de la compañía se centra en obtener créditos que directamente paguen los estudios de aquellos que no tienen recursos suficientes para acceder a una educación.  Como vemos, Internet no solo sirve para descargar porno o pelis piratas. Tiene el poder de unir a personas en un proyecto común y hacer la vida mejor a millones de personas.




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