domingo, 10 de febrero de 2013

Política Agrícola Común

Tras largas negociaciones y mucha escenificación, los líderes europeos han conseguido días atrás llegar a un acuerdo sobre los presupuestos comunitarios para los próximos siete años. Las nuevas cuentas recogen las llamadas a la austeridad de Angela Merkel y David Cameron, y suponen un serio tijeretazo en prácticamente todas las partidas de gastos.

Y sin embargo, por muy austeras que sean esas cifras, no hay cambios en lo que respecta a la distribución de las principales líneas presupuestarias, que siguen manteniendo las mismas peculiaridades. La principal de ellas es que, en esencia, las cuentas de la Unión no son lo que los 27 estamos miembros consideran como el gasto y la inversión más idóneos para el conjunto de la UE, sino un compendio de subvenciones y compensaciones a la carta, diseñado para dejar contento a unos y a otros.

Las principales partidas de gasto del presupuesto español se destinan a conceptos como las pensiones o las prestaciones por desempleo. En los demás países podemos observar que este tipo de líneas de gasto ocupan igualmente los primeros puestos. Pues bien, la principal partida de gasto en el presupuesto de la UE está destinada a la Política Agrícola Común (PAC), que representa la nada desdeñable cifra del 40% del total del gasto comunitario. Piensen que el medio agrario aporta el 2% del PIB de la UE, y el 5% de la fuerza laboral.



Y esto no es un fenómeno nuevo, sino que constituye una de las señas de identidad de la Unión. Desde la creación de la Comunidad Económica Europea, la agricultura ha sido siempre la mayor partida de gasto dentro del proyecto de integración europea. Su principal defensor, y también su principal beneficiario, es Francia, el país que más fondos recibe para subvencionar su agricultura (casi 10.000 millones de euros en 2010). Hay quien cree incluso que la PAC forma parte de las reparaciones de guerra acordadas secretamente entre Alemania y Francia.

A lo largo de estas décadas, en el continente han ido declinando y desapareciendo algunas industrias convertidas en poco competitivas por la emergencia nuevos mercados con precios más bajos, como las acereras, la minería de carbón o los astilleros. No es el caso de la agricultura, que se ha mantenido todo este tiempo gracias a las multimillonarias subvenciones recibidas a lo largo de todos estos años.  Europa, por cierto, no está sola en esta defensa de sus agricultores frente a la competencia de los países en desarrollo: un granjero europeo de media recibe solo la mitad de las subvenciones públicas que EEUU concede a sus agricultores.

Es verdad que parte de esa preeminencia agraria en el presupuesto de la UE se explica por el hecho de que es la única industria que se financia por completo a nivel comunitario, es decir, los estados miembros no dedican ningún euro adicional a sus respectivos sectores agrarios en sus propios presupuestos nacionales. Aunque eso no explica asimetrías en la ayuda agraria: en los últimos años se han incorporado a la UE diversos países del centro y este de Europa con industrias agrarias grandes, y en cambio no reciben ni de lejos el mismo tipo de subvenciones que Francia y otros veteranos del club.

Cierto, la PAC también sufre, por los acuerdos de la semana pasada, un duro ajuste del 13% en los presupuestos de los próximos siete años, (y a buen seguro el poderoso lobby agrario en Bruselas, Copa-Cogeca, intentará moderar ese recorte en el trámite europarlamentario) pero François Hollande ha podido definir el resultado del acuerdo como un gran éxito para su país, pues la política agraria sigue siendo, incluso en medio de la peor crisis económica europea en 80 años, la principal partida, y sobre todo, Francia ha conseguido evitar una radical reforma de las cuentas de la Unión que proponían algunos países, como el Reino Unido. El cheque británico negociado por Thatcher en los 80 se explica como una compensación a la subvención del campo francés.

Desde hace dos años está en marcha una propuesta de la Comisión para tratar de reformar algunos de los aspectos más ineficientes de la actual política agraria, empezando por el sistema de subvenciones, que beneficia sobre todo a terratenientes y grandes propietarios, en perjuicio de los pequeños agricultores. Pero dicha reforma va muy lenta y ni mucho menos tiene garantizado que verá la luz algún día.

Este es, soy consciente, un tema poco sexy, a mucha gente cuando ve una noticia sobre el sector agrario le entra una pereza enorme. Y es difícil que en España se analice la cuestión de forma crítica, pues nuestro país es, después de Francia, el segundo principal receptor neto de la PAC, con 7.000 millones en 2010. Pero deberíamos ser conscientes que, ahora que reclamamos a Berlín y a Bruselas un esfuerzo en forma de estímulo que nos ayude a remontar el vuelo, acabamos de sacrificar unas cuantas líneas de inversión pública comunitaria en sectores relevantes de la economía, como el transporte o las telecomunicaciones, a costa de mantener la política agraria.

3 comentarios:

  1. Bueno, para empezar, el gasto agrícola de la UE efectivamente es "casi" el 40 % del presupuesto total de la Unión. Se ha producido un importantísimo recorte desde que venía a ser el 70 %, hace tan sólo 15-20 años. Tal vez a alguien pueda parecerle una cifra excesiva si se la compara con el 2 % que representa la agricultura en relación al PIB. No obstante, para ser justos, también debería decirse que si se compara el presupuesto agrícola con el PIB total de la Unión, tan sólo es el 1 %.

    Evidentemente, como se cita un poco de pasada en el artículo, el presupuesto agrícola es muy elevado porque ha sido hasta hace muy poco tiempo casi exclusivamente la única Política Común. Si cada uno de los Estados Miembros en lugar de ceder su soberanía presupuestaria agrícola a la UE hubieran cedido la soberanía presupuestaria de sanidad, hoy nos llamaría la atención de que la sanidad representase el 80 % del presupuesto de la UE.

    Comparto algunas de las opiniones que se recogen acerca de la desequilibrada distribución de las ayudas de la PAC. De hecho, en la propuesta inicial de la Comisión se proponía la adopción del "capping" es decir, del recorte de las ayudas en porcentajes crecientes por encima de los 100.000 euros y la imposibilidad de que un solo beneficiario percibiera más de 300.000. Sin embargo, el reciente acuerdo adoptado en relación al Marco Financiero Plurianual incluye el que dicho "capping" no sea obligatorio para todos los EEMM (tal y como proponía la Comisión), sino de voluntaria aplicación... lo que seguramente hará que ningún estado miembro lo ponga en marcha para evitar discriminaciones con respecto a otros países. En 2011 en España 4.000 beneficiarios PAC, que suponen un 0,4 % del total de beneficiarios, acumularon el 16 % de las ayudas, con una media de 271.000 euros... es decir, el desequilibrio existe. Y existe entre agricultores de un mismo país, de una misma región y aún más si ponemos en comparación agricultores de distintos estados miembros de la Unión.

    Igualmente el llamado desacoplamiento de las ayudas agrarias de la producción, impuesto por las autoridades comunitarias en pasadas reformas teoricamente con el argumento de que el sector respondiera así a las señales del mercado y no se concentrará en los subsectores más subsidiados, supone de hecho, a la vista de la sociedad, una "deslegitimación" de las ayudas, contribuyendo a ello la idea extendida de que a los agricultores se les dan subvenciones "por no hacer nada". Nada más lejos de la realidad.

    Las recientes crisis alimentarias, la extraordinaria volatilidad de los precios de las materias primas agrícolas (que han pasado a ser tratadas por los mercados, no como un bien de primera necesidad, sino con los mismos parámetros especulativos que cualquier otra commodity) han puesto claramente de manifiesto que la seguridad alimentaria (traducida en disponibilidad de alimentos sanos, de calidad y a precios razonables) no está tan garantizado como los ciudadanos europeos creíamos. La idea de "prescindamos de nuestra agricultura porque siempre podremos comprar lo que necesitemos más barato de otros sitios" no es cierta... la alimentación de 500 millones de ciudadanos no puede quedar al albur de las veleidades políticas de los productores de oriente medio, de las alarmas alimentarias de los países asíaticos o de la movimientos especulativos de los fondos de inversión que cotizan en las grandes bolsas occidentales.

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  2. Por otro lado, somos los ciudadanos europeos los que hemos dedicido que en nuestra agricultura y ganadería no se utilicen productos fitosanitarios que pueden entrañar algún riesgo para nuestra salud, que la actividad agrícola no suponga perjuicio para los recursos naturales y la biodiversidad, que nuestras producciones sean trazables y se pueda seguir su camino desde la granja hasta la estantería del super, que la carne que consumimos no contenga hormonas ni antibióticos, que nuestro ganado muera sin sufrimiento y nuestras gallinas o cerdos no padezcan estrés en sus jaulas o en sus plazas y que el transporte del ganado al matadero si haga sin molestias para los animales... todo eso, al margen de cuestiones que afectan igualmente a otras actividades (costes sociales, normas de seguridad e higiene...) representan unos costes de produccion adiconales que el mercado no remunera y a los que no están sujetos los productos importados de otros paises. Si otros países son capaces de producir más barato que nosotros no es porque sus agricultores y ganaderos sean más listos; sino porque los europeos hemos decidido tener un modelo agrícola con unos altos stándares de calidad y de exigencia... y eso hay que pagarlo y cómo se paga es a través de la PAC. Cosa distinta es que ahora podamos empezar a pensar que tenemos una agricultura "por encima de nuestras posibilidades" y que a todos nos parece bien cuando nos preguntan en una encuesta que las gallinas puedan picotear en un corral en vez de estar hacinadas en jaula, hasta que los huevos suben en el mercado un 35 %... y entonces dejamos de compralos y nuestras granjas cierran... y entonces los importamos más baratos de otros sitios aunque no cumplan esas condiciones que hemos exigido a nuestros avicultores... y acabamos comiendo, sin saberlo, huevos importados de gallinas estresadas, habiéndonos cargado nuestro propio sector productivo y el empleo que estaba generando...

    La PAC, de la que no se puede prescindir para si queremos sostener nuestro modelo agrícola, tiene muchos defectos y muchas cosas por corregir. En la cuestión de los subsidios (y sin entrar en cuestiones de regulación de los mercados o del comercio internacional) en mi modesta opinión, las ayudas deberián estar ligadas a la actividad productiva, con todos los requerimientos medioambientales, cualitativos o de garantía y control que se necesiten... pero ligada a la producción. En segundo lugar no puede ser que a personas físicas o jurídicas cuya actividad no es la agrícola (aeropuertos, campos de golf, administraciones públicas) acabe yendo a parar una parte significativa de las ayudas, que tendrían que enfocarse a los agricultores y ganaderos que viven de esa profesión y a sus cooperativas... porque son los que están vinculados al territorio y al sector y tienen vocacion de mantenerse en él lejos de veleidades especulativas sujetas a las subvenciones. Y en tercer lugar, nunca ha sido presentable, pero lo es aún menos en los tiempos actuales de crisis, que haya beneficiarios (grandes firmas empresariales, titulos nobiliarios y cabezas coronadas) que perciban cada año dos o tres millones de euros (o bastante más en algún caso particular) a fondo perdido.

    Una PAC enfocada a corregir esas deficiencias sería, sin duda, más barata y más legítima... Sin embargo, después de 5 reformas en profundidad de la PAC... después de darle a todo la vuelta como a un calcetín y de volver locos a agricultores y funcionarios con una carga burocrática mostruosa... después de cientos y miles de reglamentos, eso es precisamente lo que nunca han cambiado.

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    1. Gracias por tus comentarios, Rafa. Considero que son muy interesantes, y añaden argumentos para un debate racional sobre la cuestión. Yo no cuestiono que se apoye al sector agrario europeo, mi punto de crítica tiene que ver más con el hecho de que seamos incapaces de estimular otros sectores que igualmente lo necesitan y que contribuyen más al crecimiento económico europeo. Y no dudo que es absolutamente necesaria una reforma para eliminar ineficiencias y abusos en la PAC. Lo dicho, gracias

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