jueves, 10 de enero de 2013

Suiza

Es posible que Suiza sea el mejor país del mundo para nacer en este año 2013, como refleja este estudio anual del Economist Intelligence Unit, pero las autoridades helvéticas están preocupadas porque los ciudadanos de otras partes del mundo sientan tanta atracción por su país. Específicamente, por su moneda.

Resulta que muchos de aquellos que, en medio de las turbulencias de la eurozona, y ante el riesgo de implosión de la moneda única europea, han visto en peligro sus ahorros, han decidido ponerlos a buen recaudo, y una solución muy socorrida ha sido Suiza.

Pero esa continuada demanda internacional del franco suizo lo que provoca es que se fortalezca su valor, lo que a su vez encarece las exportaciones del país. Y para contrarrestarlo, los responsables del país centroeuropeo llevan tiempo embarcados en una política destinada a combatir la apreciación del franco. Han dejado claro que no van a permitir que su moneda se aprecie por encima de 1,20 francos por cada euro, y harán todo lo que sea necesario para evitarlo.

El problema es que esa política se ha ido radicalizando con el paso del tiempo, y ha llegado a un punto en que algunos economistas se preguntan si el país no estará asumiendo excesivos riesgos para frenar la  fortaleza de su divisa.



Porque, tal como explica el WSJ en este excelente reportaje, el Banco Nacional de Suiza lleva tres años con una actividad frenética dándole a la manivela de imprimir dinero, creando francos con los que comprar activos extranjeros denominados en euros y otras divisas, y contrarrestar así la pujanza de su propia moneda. El volumen de activos extranjeros en su balance se ha multiplicado por cuatro desde 2010, hasta superar los 400.000 millones de euros, equivalente al PIB de la economía de Suiza.

Y de esta manera, en su afán por desligarse de los problemas de la Unión Europea, en el fondo las autoridades helvéticas no están haciendo otra cosa que atar irremediablemente su destino al del bloque económico europeo, porque ahora Suiza es dependiente de un cambio brusco en el mercado. Si un nuevo brote de crisis en la eurozona hundiera la cotización del euro, el banco central suizo podría perder una buena parte de su capital.

No solo eso, sino que ese recalentamiento artificial de la economía puede a medio plazo terminar generando inflación, y la creación de burbujas; de hecho, en el mercado inmobiliario podría estar ya formándose una.

Por no hablar de que algunos, como S&P, acusan a la autoridad monetaria suiza de exacerbar el incremento de la prima de riesgo entre los países del norte de europa y la periferia del sur, al apostar de forma masiva por la compra de deuda pública alemana, denominada en euros, en su afán por frenar la apreciación del franco.

En resumen, que ojo con lo sucede en Suiza porque un día de estos nos podría dar un susto.

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