viernes, 25 de enero de 2013

Educación

Todos nos asombramos, nos escandalizamos y nos lamentamos de la intolerable tasa de paro que sufren los jóvenes en España, que según la EPA del cuarto trimestre de 2012, se ha situado en la escalofriante cifra del 55%. Son unos datos tremebundos, la peor tarjeta de presentación de un país en el exterior. Y esa legión de jóvenes sin esperanza constituye, igualmente, un combustible altamente inflamable, potencialmente muy peligroso para la estabilidad política del país.

Existe, por tanto, coincidencia en el diagnóstico: este asunto es muy preocupante. Donde no parece haber consenso es en las herramientas para intentar atajarlo. Puede haber multitud de opiniones a favor y en contra de la reforma laboral, de las recetas de este gobierno o del anterior para hacer frente a los problemas del mercado laboral. Yo no voy a entrar ahí. Prefiero centrarme en otro asunto que muchas veces pasa desapercibido cuando hablamos de la falta de perspectivas de los jóvenes de hoy en un país arrasado por la crisis: la educación.

Ayer por la tarde mientras iba en el coche escuché por la radio un programa en el que se dedicaban precisamente a entrevistar a jóvenes para que aportaran su testimonio devastador sobre la situación que atraviesan y sus perspectivas de futuro. Pues bien, me quedé de piedra al escuchar un diálogo similar al que reproduzco a continuación:
Presentador: ¿Tienes estudios? 
Joven 1: No, no terminé el bachiller, porque empecé a trabajar en la construcción.
Presentador: ¿Y no te has planteado retomarlos al ver que en la construcción ya no hay trabajo?
Joven 1: Bueno, la verdad es que yo nunca he sido mucho de estudiar...
Joven 2: Además, ¿para qué? Si yo que tengo estudios superiores, también estoy en el paro.
Colaborador del programa: Eso es verdad, tampoco sirve de nada estudiar una carrera, porque luego vas a una entrevista de trabajo y tienes que ocultarlo para que no te digan que estás sobrecualificado.
Frases de asentimiento y aprobación del presentador y del resto de tertulianos del programa.

Bien, ahora veamos el siguiente gráfico:

Tasa de desempleo por nivel de estudios en España desde 2004






























Como se puede apreciar, la tasa de paro entre aquellos con estudios superiores es del 15%, muy alta para los estándares europeos y reflejo de los graves problemas de disfuncionalidad que tiene el mercado laboral español. Pero no es ni comparable con el cerca de 40% de paro que sufren los desempleados que no han logrado terminar al menos el bachillerato. Es realmente irresponsable por tanto afirmar que da lo mismo estudiar que no.

Por supuesto que es muy legítimo criticar las cosas que este gobierno está haciendo mal en materia laboral, y también las que hizo (o no hizo) el anterior. Pero la actuación más decisiva para el futuro laboral de un joven trabajador hoy en día no depende de las acciones que pueda realizar el gobierno de turno, sino de uno mismo, y de nuestra disposición a estudiar y a reinventarnos. Hay una parte considerable de la población que sigue esperando a un Gobierno que sea capaz de solucionarle sus problemas económicos, y que les devuelva a la situación que disfrutaba hasta el año 2007. Esa situación no va a volver. Esperar a que escampe la crisis para retornar a lo que hacíamos hace unos años ya no es una opción.

Observen más datos que reflejan el problema al que nos enfrentamos. España ocupa los primeros puestos de la OCDE en porcentaje de jóvenes que ni estudian ni trabajan:

foton
Más estadísticas. Dentro de los objetivos de la Agenda 2020 de la UE, se incluye un apartado sobre Educación, en el que se apremia a los estados miembros a rebajar el porcentaje de jóvenes que abandonan los estudios al 15% del total. Pues bien, España, con un 26.5%, encabeza el ranking de toda la UE en abandonos, solo por detrás de Malta. La tasa de abandonos es Alemania es del 9,9%.

España tiene además la mayor proporción de repetidores de la Unión Europea, 21 puntos por encima de la media. De todos los países analizados en el informe PISA, solo Túnez y Macao nos superaron en cuanto a repetidores en el año 2009.



Aquí se podrá argüir: ¡Esto es también culpa del Gobierno, porque se está cargando el sistema educativo!. Sobre ello habrá también opiniones para todos los gustos. Es cierto que el gasto educativo (5,6% del PIB) sigue estando por debajo de la media de la OCDE (6,2%) y que la austeridad de estos años es muy contraproducente en el terreno educativo. Pero no es menos cierto que el gasto en educación no había dejado de crecer en los años anteriores a la crisis, y eso no había mejorado el rendimiento de nuestros estudiantes.

Gasto público en educación en España

Es decir, no es solo un problema de dinero. Porque es indudable que, cuando esas tasas de abandono se han mantenido estables a lo largo de los años, con distintos gobiernos y planes educativos, el problema no es únicamente del gobierno de turno, sino del conjunto de la sociedad. Nos cabreamos mucho, y con razón, ante el deterioro de nuestra situación económica y la ausencia de perspectivas de futuro, y en cambio, prestamos poca atención a la herramienta más poderosa que contamos para revertir esa situación: estudiar, y animar a estudiar a nuestros hijos.

Este estudio de los profesores Hanushek y Woessmann establece que una mejora en los resultados del test de PISA se asocia con un crecimiento promedio anual del PIB per cápita dos puntos porcentuales mayor durante un periodo de 40 años. Como explica Luis Garicano, el 73% de la variación de las tasas de crecimiento económico entre países puede explicarse simplemente con dos variables: nivel inicial de ingresos y nivel intelectual de la población.

Ya he comentado alguna vez cómo alguien a quien valoro provocó cierto revuelo hace unos años con unas declaraciones públicas en las que afirmó que España no estaría preparada para afrontar los cambios hasta que no dejáramos de pensar que la mejor herencia que le podemos dejar a nuestros hijos es una vivienda. Si no consideramos la educación como la inversión más importante que podemos realizar para asegurar la prosperidad de nuestros hijos, estamos perdidos.

En un mundo que cambia a una velocidad de vértigo, donde el cambio tecnológico está provocando que el capital humano cada vez valga menos, y donde el conocimiento va a ser la clave que va a separar la prosperidad de la pobreza, en un mundo donde a diario millones de hindúes, taiwaneses y coreanos se benefician de las posibilidades que ofrece internet para obtener una formación puntera e incorporarse al mercado de trabajo en condiciones ventajosas, ¿es sostenible que España disponga de una bolsa de personas tan enorme sin formación mínima?


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