martes, 1 de enero de 2013

Reino Unido





Uno de los asuntos políticos más interesantes y de mayor trascendencia al que nos vamos a enfrentar en este arranque de 2013 gravita en torno al discurso que el primer ministro británico tiene previsto realizar a mediados de enero, para definir la hoja de ruta del Reino Unido en su relación con Europa, que incluirá previsiblemente la  exigencia de devolución de parte de la soberanía cedida a Bruselas, y, en el medio plazo, quizá en la segunda mitad de esta década, un referendum en el que los ciudadanos británicos sean preguntados por la misma cuestión que ya en los 80 se hacían los Clash.

La realidad es esa, que después de 40 años de pertenencia a lo que entonces era la Comisión Económica Europea, David Cameron, azuzado por el ala derecha de los tories y ante la emergencia de partidos nacionalistas como el UKIP que se nutren de la insatisfacción ciudadana, está dispuesto a embarcar a su país por aguas peligrosas. Mientras tanto, es indudable que el proyecto europeo, aun a paso de tortuga y con sobresaltos y pasos atrás y a un lado, está avanzando, y poco a poco los europeos nos estamos comenzando a dotar de instituciones económicas cuasi federales para gobernarnos a todos. El choque de trenes entre ambos enfoques parece inevitable.

Pero antes de analizar la cuestión más en profundidad, echemos un poco la vista atrás para recordar lo que ha sucedido en este último medio siglo: Cuando Alemania, Francia, Italia y los países del Benelux formaron la CEE, Gran Bretaña, interesada en formar parte de una zona de libre cambio pero poco dispuesta a formar parte del mercado común por su especial relación con los países de la Commonwealth, intentó que se creara una amplia zona de libre cambio que incluyera al conjunto de la OECE, fundada para administrar las ayudas del Plan Marshall. El argumento entonces utilizado fue que los británicos no podían romper con mil años de historia por vender lavadoras en Düsseldorf.

Tras el veto de De Gaulle a esta propuesta británica, los ingleses optaron por fundar su propia Asociación Europea de Libre Comercio, organismo rival a la CEE, que integraba a Portugal, Suecia, Suiza, Austria, Dinamarca y Noruega. Sin embargo, los ingleses pronto comprendieron que habían elegido el caballo equivocado. El alejamiento de Europa agravó su ya de por sí delicada situación económica. En 1959 tuvo que sufrir la humillación de pedir un préstamo al Fondo Monetario Internacional. En el verano de 1961, el primer ministro tory Harold Macmillan acabó por pedir la apertura de negociaciones para el ingreso de su país en la CEE.










¿Y todo esto qué lecciones nos enseña para el presente? Pues que los ingleses son por encima de todo tipos pragmáticos, que harán gala de su singularidad hasta el momento en que esa excepcionalidad comience a ser un problema para sus propios intereses. En el fondo, lo que está sucediendo en Londres no es muy diferente de las dinámicas que estamos viendo en Cataluña o incluso en Escocia dentro del Reino Unido: son naciones ricas y con un profundo sentimiento nacionalista que, ante un periodo de profundas dificultades económicas, se replantean si no les iría mejor si dejaran de aportar recursos en un proyecto común.

De hecho, los ciudadanos británicos ya fueron llamados a un referendum para decidir sobre la permanencia en Europa. Fue en 1975, en otro periodo de gran inestabilidad económica. La pregunta que el Gobierno del laborista Harold Wilson les hizo a los ingleses fue clara y sin ambages: Do you think the UK should stay in the European Community? La respuesta fue igualmente clara y contundente: un 67 de la población eligió seguir formando parte del proyecto europeo.

Por todo ello, lo razonable es pensar que si conseguimos durante este 2013 resolver las dudas sobre la viabilidad del proyecto de construcción europeo y sentamos las bases para la recuperación económica a medio plazo, esta amenaza británica tampoco se traducirá en un portazo, por la cuenta que le trae a los propios ingleses. Ya lo decían los Clash: "if I go there will be trouble..."

Feliz año a todos

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