miércoles, 24 de octubre de 2012

Banca

La banca española pasa por un periodo de profundas dificultades. Pero incluso en un momento como el actual, en que el país ha tenido que pedir el rescate para una parte considerable del sector, y en medio de la mayor crisis de los últimos 80 años, seguimos contando con dos bancos que no tienen nada que envidiar a ninguno de sus pares a nivel internacional, y cuyos balances, si han podido aguantar una tormenta perfecta como la actual, demuestra que están muy bien gestionados.

En esa conversión de Santander y BBVA en dos de los principales bancos del mundo en los últimos 15 años, hay un factor que a veces pasa desapercibido: la apuesta de la banca española, desde finales de los años 90, por la innovación tecnológica y por la inversión de grandes cantidades de dinero en una renovación completa de sus sistemas TIC, que les situó en una posición de ventaja tecnológica competitiva sobre la mayoría de sus rivales, y ello explica los mayores ratios de eficiencia que han tenido las entidades españolas hasta el estallido de la crisis.

El problema es que esa ventaja competitiva poco a poco se está empezando a perder, pues la revolución que trae consigo internet está dando origen a nuevas oportunidades de negocio, a las que las entidades españolas, más pendientes ahora de restablecer sus niveles de capital, racionar el crédito y sanear sus balances, están teniendo que renunciar.

A medida que los usuarios de banca pierden la confianza en las entidades financieras tradicionales, jóvenes emprendedores están apostando por vías alternativas de negocio. Está por ejemplo el caso de Wonga, una entidad de préstamos online fundada en el Reino Unido en 2006, que rellena el espacio dejado por muchos bancos que ya no prestan a muchos clientes, los cuales siguen necesitando financiación para la supervivencia de sus negocios. Sus créditos son de corta duración (un mes máximo) y llevan por tanto un interés superior. Pero al menos conceden préstamos, y cada vez más pymes están recurriendo a Wonga para necesidades puntuales. Sus beneficios crecieron un 269% el año pasado, y la entidad está planteándose una salida a bolsa en el Nasdaq.

Hay también negocios como el de Gocardless, una compañía con sede en Londres que permite a las pymes establecer un calendario de pagos a proveedores, a unos costes mucho más bajos que los que cobran los bancos. O el de Marketinvoice, que ayuda a negocios de pequeño tamaño a acceder a financiación mediante la venta de sus facturas a inversores. Es una versión perfeccionada del creciente negocio de factoring, ya mencionado en esta otra entrada del blog. Lo que hace Marketinvoice es dar acceso a pequeñas y medianas empresas en un mercado online en el que pueden subastar sus facturas entre diferentes inversores.

Está también TransferWise, fundada por un estonio que fue director de estrategia de Skype, y que ha ideado un sistema por el cual diferentes ciudadanos, con necesidad de transferir dinero entre países con divisas diferentes, se ponen de acuerdo en esta web para intercambiarse el dinero, a un tipo de cambio pactado, ahorrándose de esta manera mucho dinero en comisiones bancarias.

En resumen, todo un universo de nuevas y revolucionarias opciones dentro del sector financiero, que en  España aún en muchos casos se desconocen o están en mantillas, pues las entidades financieras tienen demasiados problemas como para prestar atención a nuevas líneas de negocio. Pero éstas no van a hacer más que crecer, pues a ellas se van a dirigir más y más ciudadanos y empresas que son actualmente considerados demasiado arriesgados como para recibir un crédito por parte de las entidades tradicionales.

El problema es que los bancos españoles corren de esta manera el riesgo de quedarse rezagados (y anticuados) en el camino hacia la innovación bancaria de los próximos años. Y quedarse anticuado, en este duro negocio infestado de tiburones, equivale a pasar de cazador a presa.






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