lunes, 8 de octubre de 2012

Empresarios

A los grandes empresarios de este país les gusta mucho hacerse fotos en la Moncloa con este Gobierno o el anterior lanzando la imagen de que están arrimando el hombro para aliviar las penurias por las que atraviesa el país. Y esto es comprensible, no solo desde una perspectiva desinteresada, sino puramente egoísta, pues el deterioro de la situación económica y de la imagen de la marca España también perjudica gravemente los intereses de sus compañías.

Pero si estos grandes lideres empresariales estuvieran realmente dispuestos a ayudarnos a todos, deberían empezar por aplicarse el cuento en dos aspectos relevantes (aunque la medida tuviera un efecto perjudicial a corto plazo sobre sus cuentas de resultados): que empezaran a reducir márgenes vía descenso de precios, y también, ya puestos, que pagaran impuestos como mínimo igual de altos que el del resto de las empresas del país.

Por un lado, las empresas no están contribuyendo todo lo que debieran al ajuste competitivo que necesita nuestra economía. Como han resaltado todos los organismos internacionales, desde la entrada en el euro y hasta el comienzo de la crisis, España perdió competitividad con sus socios comerciales en un porcentaje del orden del 15%.

Pues bien, en los últimos años, las medidas sobre el mercado laboral y la propia depresión económica han inducido un progresivo descenso de los costes laborales, que se ha traducido en una caída de los salarios reales, como el INE puso de manifiesto la semana pasada.  Gracias a esa corrección, los expertos opinan que España ya habría realizado la mitad del ajuste de competitividad necesario para situar a nuestra economía en disposición de competir en igualdad de condiciones con sus socios comerciales.

Sin embargo, aún falta la otra mitad del ajuste. La devaluación competitiva de una economía se suele producir vía salarios o vía precios. Si solo se ajustan los salarios y los precios no, la pérdida de poder adquisitivo es tan grande que corremos el riesgo de provocar estallidos sociales. Por eso, las empresas deben ajustar precios al contexto actual, y de esa manera, reducir márgenes empresariales. El caso de las petroleras es el más flagrante, pero no el único.

Porque muchas empresas lo están pasando mal por la crisis. Pero hay un número considerable de compañías que simplemente se están dedicando, ante la incertidumbre, a paralizar inversiones y destinar todo el producto de su negocio a márgenes. Es algo que pone de manifiesto la mencionada contabilidad del INE, y que ha motivado también alguna llamada de atención del BCE, como apunta Javier Ruiz en Vozpopuli.

Igualmente, es sabido que las principales empresas de este país apenas pagan impuestos, pero no deja de ser impactante conocer los datos que aporta Cinco Días: los grupos consolidados, es decir, los grandes conglomerados empresariales del país, aplicaron el año pasado un tipo efectivo sobre sus beneficios de tan solo el 5%, a pesar de registrar beneficios mucho más abultados que el resto de empresas del país, que tributaron al 15% y abonaron al fisco más de 10.000 millones, frente a los menos de 5.000 tributados por las grandes compañías.

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