miércoles, 31 de octubre de 2012

Grecia

No sabemos, después de lo dicho por Rajoy, si realmente el Gobierno está dispuesto a asumir el riesgo de intentar aguantar hasta final de año sin pedir un rescate, o es solo un farol del gallego para seguir negociando con calma la condicionalidad del mismo. 

Lo que es seguro es que Grecia no va a poder aguantar tanto tiempo, ya que las próximas semanas se antojan cruciales para el país, que si sus socios no lo remedian, se va a quedar sin dinero para pagar los servicios básicos a mediados de este mes. 

El país heleno vuelve a arrebatarle así a España el protagonismo de todas las miradas financieras, pues en la primera quincena de noviembre vamos a asistir de nuevo a una ronda de frenéticas reuniones para decidir la suerte de Grecia: dentro o fuera del Euro.



En las últimas semanas había mejorado el ánimo de los inversores con respecto a Grecia, pero este buen momento se ha quebrado ayer miércoles, cuando el primer ministro Samarás presentó ante el Parlamento los presupuestos para el año que viene, que prevén una recesión más profunda de lo esperado, y un déficit también mayor de lo esperado hasta ahora, lo que enviará la deuda del país hasta el 189% del PIB en 2013, por encima incluso de lo contemplado por el FMI en el peor de los escenarios posibles en marzo de este año. 

Son las consecuencias de una durísima medicina de austeridad suministrada al paciente griego estos años para tratar de arreglar la situación de su economía, y que está destruyendo una parte considerable de su actividad económica: desde 2008 y hasta finales de 2013, el país habrá perdido un 21,5% de su capacidad productiva, según las propias cifras facilitadas por el Ejecutivo griego.

Cierto que los propios griegos no están libres de culpa, pues la crisis ha puesto en evidencia los insostenibles niveles de corrupción y falta de rigor con que se ha gestionado el país en las últimas décadas, y la forma en que las autoridades están gestionando el asunto de la lista de prominentes personalidades implicadas en actividades de evasión de capitales no ayuda en absoluto a recuperar la confianza en el país. Por fortuna, la justicia del país ha exonerado este jueves de toda culpa al periodista que publicó la denominada lista Lagarde (porque fue la directora gerente del FMI quien en 2010 entregó el listado al entonces ministro de finanzas, George Papaconstantonou, quien no movió un dedo para investigar los posibles delitos, lo mismo que su sucesor, Evangelos Venizelos). 

Lo cual nos sitúa a todos otra vez ante la disyuntiva que ha estado rondando las principales capitales europeas desde ya un par de años: ¿Debería Grecia abandonar el euro?

Como explica Mohamed El-Erian en este artículo del FT, las dos alternativas que se deberían abordar son, por un lado, un apoyo absoluto y sin nuevas condiciones por parte de los socios comunitarios a la permanencia del país en la zona euro, mediante nuevas quitas de deuda y un programa de ayuda financiera a largo plazo a unos tipos mucho más bajos de los actuales, que permitiera al país llevar a cabo las reformas estructurales necesarias para su crecimiento a largo plazo. 

En el extremo contrario, si se decide que lo mejor que podrían hacer los griegos para evitar sufrimientos a su población es salir del euro y recuperar una moneda nacional que pueda ser devaluada, se deberían afrontar seriamente medidas de apoyo para garantizar la permanencia del país en la UE y negociar los desafíos de conversión de la deuda a una moneda nueva.     

Lo más probable es que a corto plazo no suceda ninguna de las dos cosas, y en cambio obtengamos una nueva ración de improvisación/politiqueo de última hora que nos permita aguantar en esta misma situación hasta dentro de unos meses, cuando se vuelva a repetir el proceso de nuevo.

Porque se hace difícil que la canciller Merkel esté en condiciones de obtener el respaldo del Bundestag a un nuevo desembolso de dinero por parte de los cansados contribuyentes alemanes. Pero la alternativa a sostener con vida a Grecia es su salida del euro, lo que puede abrir una caja de pandora de consecuencias desconocidas para todos, pero potencialmente devastadoras, en especial para países como el nuestro.

Estos son los acontecimientos más destacados en relación con Grecia para los próximos días:

- El lunes 5, Samarás presenta un nuevo paquete de medidas de austeridad, que intentará aprobar de urgencia el mismo miércoles. 

- En cualquier momento de los próximos días, está previsto que la Troika presente un plan con las medidas para que Grecia reduzca sus necesidades de financiación actuales, que podría incluir una reducción de los tipos de interés que paga Grecia, una recompra de sus bonos a precios de mercado (es decir, mucho más bajos) o incluso el consentimiento del BCE a asumir pérdidas por los más de 55.000 millones de euros en bonos griegos que posee.

- El 11 de noviembre está previsto que el Parlamento griego apruebe los presupuestos del año que viene, para lo cual Samarás va a necesitar de todas sus dotes de persuasión para convencer a los otros dos partidos que integran la coalición de gobierno.

- Un día después, se reúne el Eurogrupo donde previsiblemente se terminarán de tomar las decisiones sobre Grecia: ¿se concede el nuevo tramo del rescate? Se le da más tiempo a los griegos para cumplir sus compromisos? ¿Se diseña un nuevo rescate menos asfixiante para la economía del país? ¿Se tira la toalla con Grecia y se la desconecta de asistencia financiera? Como dicen los anglosajones, all bets are off












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