viernes, 5 de octubre de 2012

Gobierno económico de Europa

Funcionarios afines a la Comisión Europea han filtrado que en Bruselas no ven con buenos ojos el cuadro macro sobre el que asientan los presupuestos recién presentados por el Gobierno para el año que viene.

La propia Comisión tiene previsto lanzar sus previsiones de otoño el próximo 7 de noviembre, en las que previsiblemente actualizará las cifras del informe anterior, de primavera de este año, en la que pronosticaba una caída del PIB español del 0,3%. Por lo conocido hoy da la sensación que Bruselas está ahora mismo más cerca del -1,5% que pronostican analistas como los de S&P's, que del -0,5% que ha utilizado el Gobierno para elaborar las cuentas públicas.

El problema es que la de Bruselas no es una opinión más con la que Madrid debe contar a la hora de aprobar sus presupuestos. Bruselas es LA opinión. No solo porque a España le aten los términos y condiciones del MoU firmado con sus socios para obtener respaldo financiero a su sistema bancario. Ni tan siquiera porque nuestro país esté inmerso en un procedimiento de déficit excesivo por superar ampliamente los límites fijados por la UE.

La cuestión es que en los últimos dos años se han ido aprobado una serie de mecanismos destinados a reforzar la labor coordinadora y supervisora de Bruselas en los procesos de elaboración de los presupuestos de los países miembros. El problema es que, como todo en la construcción europea, el proceso hasta ahora adolece de excesiva complejidad, y sus elementos se designan con un lenguaje arcano, poco accesible para los no iniciados. Vamos a tratar de aclarar algunos aspectos:

Semestre Europeo

Consiste básicamente en la creación de un ciclo anual de coordinación de la política económica de los estados miembros, que se concentra en la primera mitad del año. Este ha sido el primer año en que se ha aplicado de forma completa, por lo que aún falta por realizar un análisis de su eficacia.

El proceso empieza con la publicación del Informe de Crecimiento Anual que publica a finales de noviembre la Comisión, y en el que se establecen las prioridades de política económica a nivel comunitario.
Sobre esa base, en marzo, en la reunión de primavera del Consejo Europeo, se adoptan recomendaciones en materia fiscal, macro y de reformas estructurales que fomenten el crecimiento.

En abril, los países están obligados a presentar sus respectivos Programa de Estabilidad y Programa Nacional de Reformas, que son analizados por la Comisión entre mayo y junio, para adoptar a primeros de julio recomendaciones específicas para cada país.


Pero aparte del Semestre europeo hay otros pilares sobre los que se sustenta la coordinación de la gobernanza económica europea:

Six-Pack:

En España también llamado Pacto por el Euro Plus. Refuerza los compromisos establecidos en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (el que marca los límites de déficit en el 3% y la deuda pública en el 60% del PIB). Entró en funcionamiento en diciembre de 2011. Contiene cinco regulaciones y una directiva (de ahí su nombre). Se aplica a los 27 estados miembros de la UE.

Establece sanciones de hasta el 0,5% del PIB para aquellos países que incumplan dichos objetivos, si bien de una forma gradual y preventiva; ningún país ha sido todavía objeto de dichas sanciones (pero sí de apercibimiento, que es el paso inicial en el procedimiento sancionador).

Fiscal Compact:

O Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza. En vigor una vez ha sido ratificado por al menos 12 países miembros. Lo han firmado 25 de los 27 miembros de la UE (todos menos Reino Unido y la República Checa). Establece el 0,5% de déficit estructural como límite máximo establecido al más alto nivel en las legislaciones de los países miembros. Impone igualmente sanciones para aquellos que incumplan el Tratado, del 0,1% del PIB.

Two-Pack:

Es el siguiente pilar de coordinación europea, que está previsto que se apruebe para finales de este año. Se aplica únicamente a los países del área euro, y su objetivo es reforzar los mecanismos de supervisión económica. Según lo discutido hasta ahora, incluirá, entre otros aspectos:

- El cumplimiento de los presupuestos será supervisado a nivel nacional por oficinas independientes (como la que acaba de anunciar el Gobierno)
- Los estados estarán obligados a entregar a la Comisión un borrador del presupuesto del año próximo antes del 15 de octubre de cada año. La Comisión las analizará a la luz de las recomendaciones específicas realizadas a cada país en el Semestre europeo.
- La Comisión tendrá poder para introducir cambios en el borrador si considera que se produce una desviación considerable con respecto a lo recomendado. En el caso de los países con procedimiento de déficit excesivo, el grado de supervisión y control del proceso de elaboración de las cuentas es mucho más  intenso.

Pero la cosa no acaba aquí, porque en los últimos tres meses la Unión Europea se ha embarcado en un proceso aún más ambicioso de integración económica y fiscal, que sustenta sobre una serie de pilares, cuyo diseño definitivo la Comisión quiere presentar en diciembre: una unión bancaria (con un supervisor único, el BCE, para todo el continente y un procedimiento de recapitalización bancaria directa) y una unión fiscal o presupuestaria, donde, aparte del mencionado Two-Pack, Van Rompuy adelantó el otro día algunas ideas nuevas en un borrador que circuló entre las capitales europeas.

En él, se habla de mecanismos para hacer frente a desviaciones puntuales del presupuesto mediante la capacidad fiscal europea, lo que en la jerga bruselense se interpreta como un llamamiento a un mayor presupuesto federal europeo que pudiera servir como un sistema de solidaridad interna. En la misma línea, y como reverso de la política de sanciones a los países díscolos con la política económica dictada, se plantea la posibilidad de establecer incentivos (con presupuesto federal europeo) a aquellos países que sigan la senda correcta (¿la financiación de un sistema de desempleo a nivel europeo, por ejemplo?).

En resumen, que parece que el paquidermo comunitario apenas se mueve, pero lo cierto es que se están dando pasos que hace poco parecían impensables, y más que se van a dar en los próximos años. Lo malo es que todo esto servirá para que estemos mejor equipados para lidiar con crisis futuras. Para ésta, por desgracia, nos tenemos que apañar con lo que tenemos.










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