lunes, 19 de noviembre de 2012

Amazon

Casi todos en España saben hoy en día quién era Steve Jobs, y en cambio, la figura de Jeff Bezos es mucho menos conocida. Y eso que el consejero delegado de Amazon suscita unanimidad entre el mundillo tecnológico: tras la desaparición del gurú de Apple, Bezos es la personalidad más influyente de la industria tecnológica norteamericana.

Acaba de ser nombrado empresario del año 2012 por la revista Fortune, y en abril pasado otro semanario, Forbes, le situó igualmente en lo más alto del ranking de los más importantes consejeros delegados de América.


Muchos etiquetan a Amazon con un vendedor de libros por internet, pero lo cierto es que la compañía de Seattle hace mucho más que eso. Ha diversificado con los años su rango de productos más allá del libro electrónico, y ya es por encima de todo un gran distribuidor online que vende de todo (música, TV, ropa) que fabrica sus propios aparatos informáticos, como el Kindle (se habla que está preparando un smartphone) y que no duda en entrar continuamente en nuevos mercados (Amazon Web Services, por ejemplo, gana dinero ofreciendo a empresas servicios de infraestructura de comunicaciones, aprovechando la capacidad tecnológica de sus sistemas informáticos).

En 2012 Amazon espera facturar 60.000 millones de dólares. No está mal, teniendo en cuenta que las ventas hace 10 años fueron de menos de 4.000. Factura ya más que todas las empresas españolas menos Telefónica, Repsol y Banco Santander.


Esa evolución lógicamente ha tenido su reflejo en el mercado. Las acciones de Amazon se han multiplicado por 10 en seis años. La empresa vale en bolsa 100.000 millones de dólares.

Bezos, como Jobs, es un obseso del trabajo y un perfeccionista. Tiene, al igual que el fundador de Apple, algo de visionario. Ahora su empresa va como un tiro en bolsa, pero tuvo que aguantar durante años la incomprensión de muchos expertos que no veían futuro a la empresa. "Lo que estamos viviendo es el día 1 de la era de Internet. Hay todavía muchísimo por aprender" es una célebre cita suya.

Y sin embargo, en algunos aspectos Apple y Amazon son antitéticas. Mientras que la empresa de la manzana se caracteriza por el producto de diseño y de alta gama, Amazon es el Wal Mart de la distribución online, gana dinero a base vender mucho con muy poquito margen (un 2% frente al 31% de Apple).

Mientras que la empresa de Jobs es un icono mundial y sus cuidadas instalaciones en Sillicon Valley albergan a ejecutivos exitosos y muy bien pagados, Jeff Bezos es conocido en el mundillo por ser, digamos, un poco agarrao; los trabajadores no disfrutan de un diseño exclusivo en sus instalaciones, y el ejecutivo mejor pagado cobra 165.000 dólares, muy por debajo de los sueldos que se perciben en Apple. (El propio Bezos cobra solo 80.000 dólares al año, pero claro, su paquete accionarial, valorado en 20.000 millones de dólares, le convierte en uno de los 30 hombres más ricos del mundo).

Entre los puntos oscuros de la compañía, se suele incluir su tendencia a pagar menos impuestos de los que les correspondería (una categoría en la que Amazon, por lo demás no está sola ni mucho menos) En el Reino Unido, por ejemplo, están bastante cabreados porque la compañía, que emplea allí a 15.000 personas y obtuvo el año pasado unos beneficios de 250 millones de libras, solo pagó impuestos del 2,5%, ya que canaliza sus ventas a través de Luxemburgo, y así evita al fisco británico.

En España, por cierto, un año después del desembarco de Amazon en nuestro país, el gigante informático acaba de abrir su primer centro logístico, en San Fernando de Henares, un complejo de 28.000 metros cuadrados que va a albergar a 180 empleados; se espera que esa cifra se incremente próximamente hasta llegar a los 600.



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