lunes, 12 de noviembre de 2012

Grecia: Bola de Partido

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Europa afronta su enésima semana decisiva este lunes. Cuando el ministro De Guindos entre en la sala de reuniones del Eurogrupo, en el edificio Justus Lipsius de Bruselas, a partir de las cinco de esta tarde, al menos tendrá el pequeño consuelo de que esta vez todas las miradas no están puestas en España, sino, de nuevo, en Grecia.

Porque el país heleno vive momentos decisivos una vez más. Afronta un vencimiento de 5.000 millones de euros el viernes, para el que no tiene dinero, porque el siguiente tramo del rescate financiero del país, por un importe de 31.500 millones de euros, tendría que haber llegado ya, pero se está retrasando ante el desacuerdo entre el FMI y la UE sobre la situación real de la economía griega.

De forma que, si nada ni nadie lo remedia, esta semana Grecia podría entrar, técnicamente al menos, en suspensión de pagos. Lo resumió gráficamente anoche el ministro de finanzas del país, Yannis Stournaras, minutos antes de aprobarse esta madrugada los presupuestos del año que viene: Si el BCE no nos ayuda con la refinanciación de ese vencimiento de letras, se acabó. ("It's over for us").

La solución más satisfactoria para Grecia sería sin duda que hoy en el Eurogrupo se diera el visto bueno al nuevo tramo de ayuda del país que permitiera afrontar esa urgencia financiera. Pero nos podemos olvidar de esa opción, porque la UE nunca va a dar su ok a esa ayuda sin que antes se haga público el informe de seguimiento de la Troika (FMI/Comisión/BCE) que monitoriza los progresos de Grecia en relación con los compromisos incluidos en el rescate, y ese informe, que se espera desde hace semanas, no va a estar para listo para hoy.

Así que, ¿qué opciones le quedan a Grecia? El Financial Times ha explicado que el Gobierno griego se plantea como alternativa celebrar una subasta de letras de emergencia este martes, con la que podría conseguir parte de esos 5.000 millones. Y el resto, podría intentar detraerlo de un fondo creado para la reestructuración bancaria del país. Es decir, que están literalmente buscando debajo de las piedras para evitar el impago.

Lo más previsible es que alguna solución se termine encontrando. Lo que no está tan claro es que los socios del país consigan ponerse de acuerdo sobre la forma en que abordar los problemas de Grecia. Porque en esta ocasión al Gobierno del país no se le puede acusar de no haber hecho sus deberes. Hace cinco días consiguió aprobar por la mínima una nueva ronda de medidas de austeridad, y esta noche ha sacado adelante los presupuestos del año que viene.

Unas cuentas que prevén una caída del PIB del 4,5% (el sexto año de contracción para la economía griega, que ha perdido una cuarta parte de su tamaño desde el inicio de la crisis) y una deuda pública que alcanzará la exorbitante cifra del 190% del PIB. Por lo menos, el Ejecutivo de Samarás confía en obtener el primer superávit primario (descontando los intereses) del país en décadas.

En este caso, por tanto, los motivos que están detrás del nuevo episodio de tensión sobre Grecia tienen menos que ver con posibles incumplimientos de lo acordado en los rescates, y más con las crecientes dudas de los rescatadores sobre el futuro cada vez más sombrío de la economía griega.

Porque los responsables de la Troika no se terminan de poner de acuerdo sobre la evolución del país; el FMI es mucho más escéptico que Bruselas, y su escepticismo se sustenta básicamente en dos factores:  por un lado, que Grecia pueda, realmente, lograr una senda de consolidación de sus cuentas públicas compatible con un crecimiento sostenible en el largo plazo (después de dos rescates financieros por valor de 240.000 millones de euros).

Y que destinar esas grandes cantidades en el país no sea una enorme pérdida de dinero, teniendo en cuenta que al mismo tiempo se está produciendo en Grecia una ingente salida de capitales hacia el exterior.

En resumen, que en el horizonte cercano se antoja que los socios europeos van a tener que tomar de nuevo decisiones trascendentales, si no quieren que se produzca una inminente salida del país del euro. Lo ha resumido así Fabrice Montagne, economista senior de Barclays, en una nota para inversores:

"A largo plazo, creemos que la sostenibilidad de la deuda pública de Grecia requerirá una mayor implicación de los organismos extranjeros en la forma de quitas o transferencias de capital, con el fin de evitar un periodo excesivamente largo de ajustes y austeridad, que podrían agudizar las tensiones sociales, la inestabilidad política, y en último caso, una salida desordenada y muy costosa de la unión monetaria".




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